Dicen que con los años hay que madurar… pero hay un terreno en el que ojalá nunca lo hiciéramos: el amor. Este vídeo es una reflexión sencilla —y muy personal— sobre cómo algunos gestos diarios, casi infantiles, pueden mantener viva la llama después de más de cincuenta años de relación. Un homenaje íntimo a la complicidad, la ternura y a esas pequeñas tonterías que hacen grande el amor.